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miércoles, 12 de agosto de 2009

El Reencuentro


Jesús. Carboncillo
Hoy te encontré Señor,en mi colección de recuerdos.

Dulce Jesús, compañero inseparable
de mi niñez y mis años de colegio.
Incondicional aliado de mi juventud,
leal amigo, de profundos silencios.

No quiero hoy contarte de los odios
y de la amargura que recogí en el camino.
No quiero hablarte de las veces
que rodé las calles agobiada de frio,
de soledad, de cobardía y de silencio.
Ni de las veces que mi risa sonó hueca.

No quiero contarte de mis lágrimas
de desilusión y de despecho.
No quiero contarte de la renuncia y la tristeza
que vi en los ojos de los niños, mirando el mundo
desde una ventana llamada pobreza.

No quiero contarte de la serpiente venenosa
que se arrastro en silencio y que por la espalda
me hirió en el calcañar.

Quiero por el contrario hablarte de mis sueños,
del amor que floreció en mi senda, de tus palabras
que en mi alma germinaron, y de cómo tus enseñanzas
muchas veces del infierno me salvaron.

Quiero hablarte de la esperanza sacrosanta
que como inquebrantable caña me sostuvo
y que tantas veces me salvo de naufragar.

Quiero contarte Señor, que hoy te encontré entre
mis papeles viejos, cartas amarillas y fotos sepias;
entre las arrugas de otrora mi piel tan tersa,
entre las rosas marchitas por tantos inviernos.
En aquel viejo diario, donde mi alma se durmió esperando.

Hoy te encontré señor tatuado aquí en mis huesos viejos,
Y ha sido hermoso el reencuentro.
Y quiero Señor, _"aquí entre Nos"_ contarte: que como tú,
caminando aquí en la tierra, encontré mi cielo.

©Libia A. Quintero Goncalves
Todos los derechos reservados

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