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domingo, 12 de abril de 2009

Depresión



















Carboncillo y lapices de color
30x22  cm    Libia A, 4.12.09


DEPRESIÓN

Un día de pronto, sin saber ni cómo, ni cuando
viene y nos abraza un algo llamado depresión,
y muy suavemente nos lleva de la mano
por un sendero donde el alma cambia su esencia
y se ve privada de su amor propio, su brillo y su color.
Donde el alma se inunda de tristeza, y de silencio,
un horrendo desapego por la vida, y un terrible desamor.

Me pesa el cuerpo y extraño la vida.
la vida parece ser igual que ayer,
pero desde el fondo de mis ojos,
todo se ha tornado gris_ ayuno de color_.

No se que hacer contra el silencio
que lentamente me va envolviendo
Silencio de cosas, silencio de besos,
silencio de risas, de caricias y de ensueño.
                                                               
Mi alma suele meterse en esos huecos;
inmensas cuevas, oscuras, frías y profundas,
y por más que la busque y por más que la llame;
no responde, ni me mira, ni retorna.
     
Estoy triste, como si te me hubieras muerto,
y vago solitaria, y presiento que mi alma
angustiada grita y grita en el silencio y
busca una salida; y en tétrico laberinto me pierdo.

Continuo cayendo. Te busco y no te encuentro
aunque estés aquí muy cerca. Mi alma en su quebranto,
te recuerda y trata de esbozar para ti una sonrisa,
pero depresión nos separa con su cerco de silencio.

Se me escapa de las manos el tiempo;
el insondable, el impredecible tiempo,
el mismo que me separa de ti, de mis hijos
de la vida misma, y de mi esencia.

No me encuentro. Camino y siempre
caminando sobre mis mismos pasos.
Nada me llena, como decía Garrik
“Nada me causa encanto ni atractivo”.

Me siento sola y los que están conmigo,
los oigo como al través de una densa niebla;
hablan, pero no parece ser el mismo idioma.
Irremediablemente estoy perdida en el silencio.

Mi alma se esconde en el fondo oscuro de la cueva,
y ni siquiera la vida misma, con su grandioso sentido
de supervivencia, logra arrancarla de las garras de esa
bestia engalanada de abandono, de silencio y de miseria.

© Libia A. Quintero Goncalves
Todos los derechos reservados