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viernes, 3 de diciembre de 2010

reflexion sobre la carta del padre Martin Lasarte,

Me gusta cuando alguien se aprieta los pantalones, se pone de pie y levanta la voz para defender su causa.


Estoy muy de acuerdo con este sacerdote: de todo hay en la viña del Señor, en todas partes se cuecen habas,  y existen ángeles y demonios en todas las instituciones.

Como decimos en Colombia "Al caído, caerle" y somos muy prontos a criticar y a regar el chisme cuando algo hediondo se destapa  y eso ha pasado con esta historia de la Iglesia Católica y sus sacerdotes corruptos, no pasa igual en las escuelas,  y la política?

"El que esté limpio de pecado que tire la primera piedra" Nadie se atrevió a tirar ninguna.
" Si encuentras tan solo un justo en la ciudad, no la destruiré" pero otro fue el final de Sodoma y Gomorra,
y así con toda institución, no existe ni uno que  esté limpio de culpa.

Yo estudie con las hermanas terciarias capuchinas en Tuluá, y ellas usan un hábito blanco, una vez en clase mi amiga le dijo a la profesora, "hermana tiene una mancha allí en el cinturón" ..
nunca olvide su respuesta: "solo te has fijado en la pequeña mancha y has perdido la albura del resto del traje"-

Desde entonces he tratado de aplicar esa enseñanza a mi vida, me ha llevado años mejorar la técnica y muchas veces vuelvo y caigo en el viejo hábito de criticar y enfocarme en la mancha, pero confio en que  poco a poco cambiaré un hábito por otro.

El ejercicio de esta hábito me ha ayudado a ver la vida desde otro ángulo, he crecido un poco espiritualmente; cuando hago lista y aprecio las bondades del que me ha lastimado se me ha hecho más fácil perdonar.

Pienso que a eso se refería Jesús cuando decía: " la verdad os hará libres" cuando dejamos de enfocarnos con encono en las faltas del otro, cuando reconocemos que también nosotros hemos pecado, es mucho más fácil perdonar y ser liberados.

Sería muy bueno, edificante y beneficioso si en vez de fijarnos en lo negativo hacemos listas de positivos, cualidades y logros.

Este comentario fue motivado por el artículo que recibí en mi correo y que aparece a continuación.


Carta de SACERDOTE CATÓLICO AL NEW YORK TIMES


Querido hermano y hermana periodista:
Soy un simple sacerdote católico. Me siento feliz y orgulloso de mi vocación. Hace veinte años que vivo en Angola como misionero.

Me da un gran dolor por el profundo mal que personas, que deberían de ser señales del amor de Dios, sean un puñal en la vida de inocentes. No hay palabra que justifique tales actos. No hay duda que la Iglesia no puede estar, sino del lado de los débiles, de los más indefensos. Por lo tanto todas las medidas que sean tomadas para la protección, prevención de la dignidad de los niños será siempre una prioridad absoluta.

Veo en muchos medios de información, sobre todo en vuestro periódico la ampliación del tema en forma morbosa, investigando en detalles la vida de algún sacerdote pedófilo. Así aparece uno de una ciudad de USA, de la década del 70, otro en Australia de los años 80 y así de frente, otros casos recientes… Ciertamente todo condenable! Se ven algunas presentaciones periodísticas ponderadas y equilibradas, otras amplificadas, llenas de preconceptos y hasta odio.

¡Es curiosa la poca noticia y desinterés por miles y miles de sacerdotes que se consumen por millones de niños, por los adolescentes y los más desfavorecidos en los cuatro ángulos del mundo! Pienso que a vuestro medio de información no le interesa que yo haya tenido que transportar, por caminos minados en el año 2002, a muchos niños desnutridos desde Cangumbe a Lwena (Angola), pues ni el gobierno se disponía y las ONG’s no estaban autorizadas; que haya tenido que enterrar decenas de pequeños fallecidos entre los desplazados de guerra y los que han retornado; que le hayamos salvado la vida a miles de personas en México mediante el único puesto médico en 90.000 km2, así como con la distribución de alimentos y semillas; que hayamos dado la oportunidad de educación en estos 10 años y escuelas a más de 110.000 niños...

No es de interés que con otros sacerdotes hayamos tenido que socorrer la crisis humanitaria de cerca de 15.000 personas en los acuartelamientos de la guerrilla, después de su rendición, porque no llegaban los alimentos del Gobierno y la ONU. No es noticia que un sacerdote de 75 años, el P. Roberto, por las noches recorra las ciudad de Luanda curando a los chicos de la calle, llevándolos a una casa de acogida, para que se desintoxiquen de la gasolina, que alfabeticen cientos de presos; que otros sacerdotes, como P. Stefano, tengan casas de pasaje para los chicos que son golpeados, maltratados y hasta violentados y buscan un refugio.

Tampoco que Fray Maiato con sus 80 años, pase casa por casa confortando los enfermos y desesperados. No es noticia que más de 60.000 de los 400.000 sacerdotes, y religiosos hayan dejado su tierra y su familia para servir a sus hermanos en una leprosería, en hospitales, campos de refugiados, orfanatos para niños acusados de hechiceros o huérfanos de padres que fallecieron con Sida, en escuelas para los más pobres, en centros de formación profesional, en centros de atención a cero positivos… o sobretodo, en parroquias y misiones dando motivaciones a la gente para vivir y amar.

No es noticia que mi amigo, el P. Marcos Aurelio, por salvar a unos jóvenes durante la guerra en Angola, los haya transportado de Kalulo a Dondo y volviendo a su misión haya sido ametrallado en el camino; que el hermano Francisco, con cinco señoras catequistas, por ir a ayudar a las áreas rurales más recónditas hayan muerto en un accidente en la calle; que decenas de misioneros en Angola hayan muerto por falta de socorro sanitario, por una simple malaria; que otros hayan saltado por los aires, a causa de una mina, visitando a su gente. En el cementerio de Kalulo están las tumbas de los primeros sacerdotes que llegaron a la región…Ninguno pasa los 40 años.

No es noticia acompañar la vida de un Sacerdote “normal” en su día a día, en sus dificultades y alegrías consumiendo sin ruido su vida a favor de la comunidad que sirve.

La verdad es que no procuramos ser noticia, sino simplemente llevar la Buena Noticia, esa noticia que sin ruido comenzó en la noche de Pascua. Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece.

No pretendo hacer una apología de la Iglesia y de los sacerdotes. El sacerdote no es ni un héroe ni un neurótico. Es un simple hombre, que con su humanidad busca seguir a Jesús y servir sus hermanos. Hay miserias, pobrezas y fragilidades como en cada ser humano; y también belleza y bondad como en cada criatura…
Insistir en forma obsesionada y persecutoria en un tema perdiendo la visión de conjunto crea verdaderamente caricaturas ofensivas del sacerdocio católico en la cual me siento ofendido.

Sólo le pido amigo periodista, busque la Verdad, el Bien y la Belleza.

Eso lo hará noble en su profesión.

En Cristo,

P. Martín Lasarte sdb



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