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domingo, 5 de octubre de 2014

Impresiones de Paris, ¡Ou la la!


Amor a primera vista.  Un amigo me dijo que una amiga suya decía que Paris era una ciudad para visitar enamorada y no podía estar más de acuerdo con esta desconocida.  Llegue a Paris  un once (11) de Septiembre, Paris me recibió: soleado, esplendoroso, imponente, y mágico.
Tuve un guía espectacular y generoso. Caminé por calles llenas de historia, tradición y ensueño.  Sus monumentales, elegantes y refinados castillos de piedra de color amarillo ocre claro, adornados con largos ventanales, rejas y puertas de hierro forjado, me hablaron de nobleza, mosqueteros, reinos, de grandes amores, pasiones y traiciones.
El romanticismo, la mitología y el gusto por el boato es evidente en cada esquina; por doquier imponentes columnas se levantan; bellas estatuas adornan cada canto, sostienen pórticos, reposan en las fuentes, se contemplan en el rio y se disputan altares y capillas en todas las iglesias. Los museos fieles guardianes de la historia, albergan  magnificas pinturas y desnudos.
 La Santa Capilla,  Nortre Dame, y la Conciergerie, (antiguo palacio de la Cité)  representan el estilo gótico  con sus bóvedas con arcos  ojivales, grandes ventanales de rosetones y vidrieras tornasoladas que le dan un matiz especial a la  luz que orgullosa se engalana con igual gama de colores al atravesar los ventanales.
Podría decirse que brotan por doquier los café con sus pequeñas mesitas con dos o cuatro asientos, con sus mantelitos  de colores y sus pintorescos parasoles, siempre llenos de gentes bulliciosa, risueñas, y vivaces, compartiendo un buen vino, un café o una cerveza.
El regio puente de Alejandro III de indescriptible belleza, nos encamina hacia la explanada de los inválidos, y  por su lujo y majestuosidad no hace sentir  nada más y nada menos que como personajes de la realeza.
Campos elíseos y el arco del triunfo nos hablan del imperio, sus ejércitos, y sus conquistas.
En el periodo de la posguerra, un nuevo estilo de construcción conquista Paris, aparece el hormigón, el acero y los grandes ventanales de vidrio, muestra de esto es el centro comercial Pompidou.

Y por último, pero no menos importante, el icono de Paris: la torre Eiffel,  la victoria del metal sobre la roca. Fiel guardián de la Cité, se aposenta sobre el campo de Marte y orgullosa se contempla en las serenas aguas del majestuoso Siena, y en las noches desafiando las estrellas,   se levanta sempiterna, resplandeciendo, y brillando sobre Paris con luz propia.

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