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miércoles, 2 de septiembre de 2009

Guffy


Libia A. Oleo, 16x22 inch.
El amor aveces también ladra.

Llegaste un día a nuestras vidas
blanco vellón de carne y pelo
eras solo ojos negros y pulgas,
diría más pulgas, aún que pelo.

Tan pequeñito,tan tierno,tan indefenso
te robaste el corazón de todos.
Con tus ladridos de juguete nuevo
te presentaste... y lo adquiriste todo.

Por toda la casa fuiste olfateando,
demarcando así, tu recién adquirido territorio,
nos declaraste tuyos, tan solo llegando,
lo hiciste, sin papeles, sin registro, ni notario.

Con tu lengua, húmeda y pequeña,
lamiste, de todos nosotros las manos
dejaste tatuado tu real sello impreso
en tus_ por error_ llamados amos.

Con el correr de los días
impusiste a tu modo tus horarios
¡que forma de imponer tu guía!
tu gusto, tus ideas, tus corolarios.

Y con paciencia, tenacidad y nobleza,
nos fuiste a cada uno domesticando.
Cancerbero no fue así tan grande,
cómo tú has sido para cuidarnos.


Pintando a Guffy

domingo, 12 de abril de 2009

Depresión



















Carboncillo y lapices de color
30x22  cm    Libia A, 4.12.09


DEPRESIÓN

Un día de pronto, sin saber ni cómo, ni cuando
viene y nos abraza un algo llamado depresión,
y muy suavemente nos lleva de la mano
por un sendero donde el alma cambia su esencia
y se ve privada de su amor propio, su brillo y su color.
Donde el alma se inunda de tristeza, y de silencio,
un horrendo desapego por la vida, y un terrible desamor.

Me pesa el cuerpo y extraño la vida.
la vida parece ser igual que ayer,
pero desde el fondo de mis ojos,
todo se ha tornado gris_ ayuno de color_.

No se que hacer contra el silencio
que lentamente me va envolviendo
Silencio de cosas, silencio de besos,
silencio de risas, de caricias y de ensueño.
                                                               
Mi alma suele meterse en esos huecos;
inmensas cuevas, oscuras, frías y profundas,
y por más que la busque y por más que la llame;
no responde, ni me mira, ni retorna.
     
Estoy triste, como si te me hubieras muerto,
y vago solitaria, y presiento que mi alma
angustiada grita y grita en el silencio y
busca una salida; y en tétrico laberinto me pierdo.

Continuo cayendo. Te busco y no te encuentro
aunque estés aquí muy cerca. Mi alma en su quebranto,
te recuerda y trata de esbozar para ti una sonrisa,
pero depresión nos separa con su cerco de silencio.

Se me escapa de las manos el tiempo;
el insondable, el impredecible tiempo,
el mismo que me separa de ti, de mis hijos
de la vida misma, y de mi esencia.

No me encuentro. Camino y siempre
caminando sobre mis mismos pasos.
Nada me llena, como decía Garrik
“Nada me causa encanto ni atractivo”.

Me siento sola y los que están conmigo,
los oigo como al través de una densa niebla;
hablan, pero no parece ser el mismo idioma.
Irremediablemente estoy perdida en el silencio.

Mi alma se esconde en el fondo oscuro de la cueva,
y ni siquiera la vida misma, con su grandioso sentido
de supervivencia, logra arrancarla de las garras de esa
bestia engalanada de abandono, de silencio y de miseria.

© Libia A. Quintero Goncalves
Todos los derechos reservados