
Como quisiera estar contigo en ésta lánguida hora,
recostada en tu pecho perdiéndome en el arrullo de las gotas.
Cierro los ojos y es otro mundo el que recreo.
Tu respiración; apacible mar de ondas suaves
en el que dejo a mi barca de sueños navegar a la deriva.
La tibieza de tu piel, _ invisible amarra _que me ata a tu costado
y tu brazo que cruza por mi espalda y me ciñe a ti,_ poderosa ancla_ .
Respiro tan cerca de tu pecho que el aroma de tu piel
me enajena el pensamiento, el alma y los sentidos.
Solo éxisto para agotar el placer infinito de este momento;
con mi cabeza apoyada en tu pecho, acompasando mi corazón
a tu latido, escuchando los sonidos de la lluvia.
Encajada perfectamente a la curvatura de tu costado
y sin más protección o abrigo
que el cerco amoroso e infinito de tus brazos.
©Libia A. Diciembre 17, 2009