Aniversario de bodas
El tango Volver dice:
“ Sentir que es un soplo la vida
Que 20 Años No Es Nada
que febril la mirada
errante en las sombras
te busca y te nombra”
El 23 de Junio mi esposo y yo celebramos 20 Años de haber jurado ante un altar que estaríamos juntos en las buenas y en las malas, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y la enfermedad.
Han sido 20 años de cambios infinitos, de cosas impredecibles, de angustias, de silencios, de remordimientos, de errores y de aciertos, pero también ha habido amor, constancia, tolerancia, momentos felices, esperanza y palabras de aliento.
Mi esposo es Portugués y yo Colombiana, dos culturas, dos libertades, que acordaron vivir bajo un mismo techo y caminar juntos hasta el adiós postrero.
A pesar de la ilusión con que comenzamos, fue muy difícil en un comienzo; si estuviera sentada frente a ti diría "los primeros 19 años", a forma de chiste y nos estaríamos riendo.
El asumir, los malentendidos, las esperanzas fallidas, las desilusiones, la falta de dialogo, casi que llevaron este matrimonio al traste. Hubo un momento en que se habló de divorcio, pero la buena voluntad, la perseverancia, la paciencia y la oración nos encaminaron de nuevo por la senda que un día habíamos soñado, y el amor regresó a nuestro lar.
Hoy miro hacia atrás, y me pregunto ¿A qué horas pasaron 20 años?
Cuando miramos hacia adelante en el futuro, 20 años parece mucho tiempo, pero al mirar hacia atrás son inasibles; pero No es la cantidad de tiempo lo que cuenta, sino a donde se a llegado, que lecciones valiosas que se aprendieron en el camino, ¿qué calidad de tiempo se comparte ahora?
La vida en pareja se me asemeja a aquellas piedras que el mar acarrea hacia la playa, todas son lisas, pero no siempre fueron así. Es el ir y venir y el permanecer juntas lo que ha ido limando las asperezas. Así mismo el mar de la vida, con el correr del tiempo nos va limando las aristas para que podamos encajar el uno con el otro y permanecer juntos.
Si nos damos tiempo a crecer juntos, llegamos de verdad a amarnos, a entendernos, hasta a adivinarnos; pues el enamoramiento, la ilusión del noviazgo sucumbe pronto ante la rutina y ante la realidad apestosa y poco romántica de lavar la ropa sucia.
No obstante si ponemos de nuestra parte y nos esforzamos por ver el esfuerzo que el otro también está haciendo; si observamos el verdadero valor y el peso del grano de arena que nuestra pareja está aportando, si en vez de criticar ofrecemos apoyo, tolerancia, soluciones y una mano amiga; si en vez de buscar control, caminamos uno al lado del otro como complemento y suplemento, el amor y la compresión de cierto se unirán a la empresa.
Y habrá entonces calor en el abrazo,
y febriles aún, las miradas se buscaran,
y es la misma pasión, pero diferente,
como el agua que sin perder el ímpetu del rápido,
sosegada y sin prisa se desliza en el remanso del rio.
Se respira entonces paz en el entorno,
es estable y fuerte el lazo que se ha construido,
tienes la libertad de atender tus cosas,
y compartirlas sin temor, con quien
un día elegiste para caminar el camino.