Amor a primera vista. Un amigo me dijo que una amiga suya decía que
Paris era una ciudad para visitar enamorada y no podía estar más de acuerdo con
esta desconocida. Llegue a Paris un once (11) de Septiembre, Paris me recibió:
soleado, esplendoroso, imponente, y mágico.
Tuve un guía espectacular
y generoso. Caminé por calles llenas de historia, tradición y ensueño. Sus monumentales, elegantes y refinados castillos
de piedra de color amarillo ocre claro, adornados con largos ventanales, rejas
y puertas de hierro forjado, me hablaron de nobleza, mosqueteros, reinos, de grandes
amores, pasiones y traiciones.
El romanticismo,
la mitología y el gusto por el boato es evidente en cada esquina; por doquier
imponentes columnas se levantan; bellas estatuas adornan cada canto, sostienen pórticos,
reposan en las fuentes, se contemplan en el rio y se disputan altares y capillas
en todas las iglesias. Los museos fieles guardianes de la historia, albergan magnificas pinturas y desnudos.
La Santa Capilla, Nortre Dame, y la Conciergerie, (antiguo
palacio de la Cité) representan el estilo
gótico con sus bóvedas con arcos ojivales, grandes ventanales de rosetones y vidrieras
tornasoladas que le dan un matiz especial a la
luz que orgullosa se engalana con igual gama de colores al atravesar los
ventanales.
Podría decirse
que brotan por doquier los café con sus pequeñas mesitas con dos o cuatro
asientos, con sus mantelitos de colores
y sus pintorescos parasoles, siempre llenos de gentes bulliciosa, risueñas, y
vivaces, compartiendo un buen vino, un café o una cerveza.
El regio puente
de Alejandro III de indescriptible belleza, nos encamina hacia la explanada de
los inválidos, y por su lujo y
majestuosidad no hace sentir nada más y
nada menos que como personajes de la realeza.
Campos elíseos y
el arco del triunfo nos hablan del imperio, sus ejércitos, y sus conquistas.
En el periodo de
la posguerra, un nuevo estilo de construcción conquista Paris, aparece el hormigón,
el acero y los grandes ventanales de vidrio, muestra de esto es el centro
comercial Pompidou.
Y por último,
pero no menos importante, el icono de Paris: la torre Eiffel, la victoria del metal sobre la roca. Fiel guardián
de la Cité, se aposenta sobre el campo de Marte y orgullosa se contempla en las
serenas aguas del majestuoso Siena, y en las noches desafiando las
estrellas, se levanta sempiterna, resplandeciendo, y brillando
sobre Paris con luz propia.